5/1/14

Reflexión


Enseñanzas del segundo juramento de ‘Aqabah / Por Isa García


En el año decimotercero de la profecía, en junio del 622, durante la temporada de Peregrinación, más de setenta islamizados provenientes de la ciudad de Madinah llegaron a Makkah para cumplir con los rituales de la Peregrinación. La reiterada pregunta que se hacían era: “¿No es hora de proteger a Muhammad en vez de dejarlo abandonado y desamparado en Makkah?”
Al poco tiempo de llegar se reunieron clandestinamente con el Profeta (saw) y acordaron verlo secretamente por la noche durante los días 11, 12 y 13 de Dhul Hiyyah en Al ‘Aqabah.
El Profeta llegó por la noche acompañado de su tío Al-Abbas ibn AbdulMuttalib, quien en esa época aun no era musulmán. 
Así lo narra Ka‘b, uno de los sahaba: “Esa noche dormimos en nuestras tiendas. Cuando pasó un tercio de la noche, salimos cuidadosamente para juntarnos en una cercana colina. Éramos setenta y tres hombres y dos mujeres -Nusaibah bint Ka‘b – Umm ‘Amir – perteneciente a Bani Mazin Ibn Nayyar y Asma’ bint ‘Amr – Umm Muni‘ de Bani Salamah. Nos reunimos en la colina esperando al Mensajero de Allah (saw) que llegó acompañado por su tío Al ‘Abbas Ibn ‘Abdul Muttalib que en esa época profesaba la religión de su pueblo. A pesar de eso quería presenciar los asuntos de su sobrino y fue el primero en hablar:
‘Oh pueblo de Jazrach todos ustedes saben la posición que tiene Muhammad entre nosotros. Lo hemos protegido de nuestro pueblo tanto como pudimos. Es respetado y honorable entre los suyos. Se negó a unirse a cualquier tribu excepto a la vuestra. Entonces, si piensan que pueden cumplir con vuestro compromiso al invitarlo a vuestra ciudad y si lo pueden defender de sus enemigos asuman con fidelidad esta responsabilidad que han tomado. Pero si lo van a abandonar y a traicionar luego de llevarlo con ustedes es mejor que lo dejen acá debido a que es respetado y defendido en su propio clan.”
Ka‘b respondió: “Hemos escuchado tus palabras, y ahora, Oh Mensajero de Allah (saw), te corresponde a ti hablar y pedirnos cualquier juramento de compromiso que quieras con respecto a tu Señor y a ti mismo.”
Estas palabras de Ka’b fueron una demostración de total determinación, coraje y profunda fe al comprometerse a cargar con la importante responsabilidad y ser conscientes de las serias consecuencias que esto implicaría. El Mensajero de Allah (saw) entonces les enumeró las responsabilidades que deberían asumir. El Profeta (saw) les dijo: Deben jurar 
1. Escuchar y obedecer en los momentos difíciles y fáciles.
2. Dar tanto en la prosperidad como en la adversidad.
3. Ordenar el bien y condenar el mal.
4. En la causa de Allah, no temer la censura de nadie.
5. Socórranme cuando se los pida, y protéjanme de todo lo que protegen a sus esposas e hijos. Si lo hacen el Paraíso será vuestro.
Dijeron los presentes: ‘¡Oh As‘ad! ¡Extiende tu mano por nosotros, por Allah! Nunca romperemos ni traicionaremos este compromiso.’” 
Después de esto todos empezaron a jurarle fidelidad. Yabir dijo: “Entonces uno por uno se fueron parando frente a él para jurarle fidelidad.”
Respecto a las dos mujeres, le dieron el juramento verbalmente sin estrechar su mano. 

Historia registrada en el libro: EL NECTAR SELLADO

Llamo a la reflexión sobre dos asuntos: 
El primero es de orden espiritual: ¿Si estuviéramos hoy ante el profeta (saw) tendríamos el coraje de jurarle fidelidad sobre esos 5 puntos? Mira los puntos otra vez, piensa, toma coraje y estrecha la mano del Profeta (saw) y comprométete. 
El segundo es de orden social: Si dos mujeres participaron del pacto y juramento, y le dieron verbalmente el juramento al Profeta (saw) y la historia las registró, ¿por qué nuestros centros islámicos y mezquitas se empeñan en relegar a las hermanas activas y comprometidas de las comisiones y juntas directivas? Digo basta; apliquemos juntos las Sunnah y que las mujeres formen parte, como lo hacían en vida del Profeta (saw). Ojo, el Profeta no les tomó un pacto especial para que ellas se ocupen de los "asuntos femeninos", ellas se comprometieron a lo mismo que los hombres, y quienes conocen de historia saben que Nusaibah defendió al Profeta con su espada.
Paz